martes, 16 de mayo de 2017

La bruja


Esta tarde nos servirá de ilustración al tema de hoy, una nueva fábula de Esopo.


La bruja.



Una bruja tenía como profesión vender encantamientos y fórmulas para aplacar la cólera de los dioses; no le faltaban clientes y ganaba de este modo ampliamente la vida.

Pero fue acusada por ello de violar la ley, y, llevada ante los jueces, sus acusadores la hicieron condenar a muerte.

Viéndola salir del tribunal, un observador le dijo:

-Tú, bruja, que decías poder desviar la cólera de los dioses,
¿cómo no has podido persuadir a los hombres?

Nunca creas en los que prometen hacer maravillas en lo que no se ve, pero son incapaces de hacer cosas ordinarias.

Este tema me trae a la mente un tema ya tocado en alguna ocasión “la Santísima Inquisición” que era tan “santa” que torturaba y quemaba a todo aquel que le era molesto, aunque hoy no estoy reivindicativo y prefiero escribiros sobre la personalidad humana, que es un temas quizás, más complejo pero menos indigesto.

Así muchos pelotas, de los que nos suelen rodear, nos prometen el mundo y nos halagan diciéndonos los buenísimos que somos…

Rodeados de esos maravillosos “amigos” salimos más tiesos y orgullosos que un pavo real con sus bellas plumas desplegadas…

Pero cuando, por algún motivo recurrimos a esas personas que tanto nos halagan o tantas promesas vacías nos han realizado, resulta que no pueden hacernos un simple favor, o quizás sean estas maravillosas amistades que falsamente nos aplauden, las que nos traicionen clavándonos un puñal en la espalda.

Estas personas que falsamente nos prometen el mundo y nos empachan en halagos no merecidos, generalmente suelen ser personas de mente débil, cargadas de sentimientos de envidia, que simplemente hacen la pelota, normalmente para ser aceptados por nosotros, porque ellas se consideran poco importantes y se apoyan en nuestros logros, envidiándolos se colocan al cobijo de nuestra luz, pero cuando opinan que hay otra luz mayor, se cambian la chaqueta y van tras ella.

Ciertamente estas personas ganarían mucho, si en lugar de envidiar y exagerar los logros de los demás, se dedicaran a crear y desarrollar sus propios logros, se sentirían mejor ellos, serian más valorados por los demás y no los miraría la gente que vive a su alrededor como el típico chivato o pelota.

Personalmente opino que tengo las ideas muy claras, aunque en ocasiones reconozco, que como cualquier mortal hago las cosas mal, o simplemente con el tiempo la vida te enseña a pensar de forma diferente.

En ocasiones cuando alguien mete la “gamba”, si se puede evitar, opino que es mejor callar y dejar hacer, si la “gamba”, veo que se le va a ir de las manos, es el momento de actuar por mi parte.

Siempre he pensado que la mejor forma de aprender, es arriesgarse a hacer las cosas, aunque estas salgan mal, si cuando estas a punto de liarla, alguien te da un consejo salvador es de agradecer, por supuesto.

Por ejemplo, cuando empecé a cocinar recuerdo (no creo que lo olvide nunca), compraba libros de cocina y con ellos comencé a aprender a cocinar.

En una ocasión recuerdo que me puse a cocinar una receta de arroz o pasta (eso no lo recuerdo), pero como en la receta no ponía que habia que ponerle agua… pues no se la puse…

¿Imagináis cocinar un arroz o una pasta sin agua????

Otra de mis mejores recetas, fue mi primera bechamel, si alguien sabe como lo conseguí, que me lo cuente… conseguí realizar una bechamel casi negra (de un estupendo color marrón oscuro).

Desde luego las dos terminaron en la basura, alguna salida simple me buscaría (no lo recuerdo), quizás un bocadillo de sardinas en aceite…no iba a dejar mi amado tripón vacio.

Pero esto es  lo que intento contaros, ¿os imagináis que invite a alguien a comer bechamel negra y me diga que esta riquísima?

Especialmente, si no se atreve a probarla… puede que no la pruebe porque no tiene hambre…

Ciertamente los dos son errores garrafales, a pesar de ello, hace algun tiempo publiqué un libro de recetas de cocina… “Jorbasmar en la cocina”, que buena publicidad me hago… je je je, por cierto, la descarga digital es gratuita.

Un tío que se atreve a escribir un libro de recetas de cocina y ni sabe hacer una simple bechamel, ni tan solo que para cocer pasta o arroz es imprescindible poner agua…

La seguridad en uno mismo se demuestra así, lo hice mal, no sabía  hacerlo… pues la práctica, la voluntad, la necesidad y el tiempo son maravillosos maestros.

Pues a asumirlo y aprender de ello, así de simple.

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