viernes, 25 de octubre de 2013

KANAMICINA

La kanamicina,  consiste en un antibiótico del grupo de los aminoglucósidos de amplio espectro bactericida por lo cual está indicada en una amplia gama de infecciones.

Se trata de un bactericida activo contra bacterias tales como E.coli, Proteus species, Enterobacter aerogenes, Klebsiella pneumoniae, Serratia marcescens y Acinetobacter spcies.

El doctor Umezawa, junto a sus colaboradores del Instituto Nacional de Higiene del Japón descubrieron este antibiótico en el año 1.955.

Debido a su toxicidad, su uso últimamente se limita a tópico y oral, aunque en algunos países aún se utiliza por vía intravenosa.

La kanamicina se utiliza para el tratamiento de mastitis (inflamación de la glándula mamaria), septicemias (infección grave de rápido desarrollo), nefritis (inflamación de los riñones), neumonías (afección respiratoria por infección del pulmón), enteritis (inflamación del intestino delgado por consumir sustancias contaminadas de bacterias o virus), actinobacilosis (inflamación crónica de tejidos blandos, principalmente la lengua), tuberculosis (infección bacteriana que principalmente afecta a los pulmones).

Suele ser administrada en forma de sulfato de kanamicina, en forma de polvo que se disuelve en agua.

La kanamicina no puede utilizarse junto a otros fármacos potencialmente tóxicos para el oído o el riñón ya que podría generar importantes efectos secundarios, llegando a poder provocar sordera o tinitus,  problemas renales o alérgicos a este medicamento.

La kanamicina puede provocar náuseas, vómitos y diarrea.

También puede generar vértigo en cuyo caso sería síntoma de lesión vestibular.

Otras manifestaciones  de neurotoxicidad pueden ser el entumecimiento, hormigueo en la piel, fasciculaciones musculares y convulsiones.

Su uso prolongado puede provocar el síndrome de malabsorción (el intestino delgado no puede absorber los nutrientes de los alimentos), a causa de un aumento de la grasa fecal, disminución del caroteno del suero y reducción de la absorción de xilosa.

En el caso de la administración por vía intravenosa puede provocar irritación local o dolor en algunos casos.

Otras reacciones que se producen en pocas ocasiones en el caso de administración por vía intravenosa son salpullido, fiebre farmacológica, dolor de cabeza, parestesia, náuseas, vómitos y diarrea.


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